Rodolfo Notivol (Zaragoza, 1962) es escritor. Es autor del libro de relatos Autos de choque (Xordica, 2003), en el que rinde homenaje explícito al Real Zaragoza, y de la novela Vaciar los armarios (Xordica, 2016), que cuenta la historia de una familia desde las vísperas de la guerra civil hasta los años 80. A Notivol le apasiona el rock and roll y la cultura pop. Ha conseguido crear una voz narrativa muy limpia, íntima y sosegada. Zaragoza es el escenario de sus ficciones.
Rodolfo Notivol es un seguidor incondicional del equipo de su ciudad: entiende el mundo y la vida a través del Real Zaragoza.
¿Cómo definirías tu afición por el Zaragoza?
Como una enfermedad mental que evoluciona a peor. Antes sufría sin parar con solo empatar un partido. Ahora mi orgullo y alegría de ser zaragocista se mantiene intactos sea cual sea el resultado. Nada que ver con cualquier pensamiento racional.
¿Cuál es tu primer recuerdo en la Romareda?
Como acostumbro a decir, yo soy zaragocista desde antes de nacer. Pero mi primer partido en la Romareda fue un Zaragoza-Barcelona. Me regaló las entradas para infantiles un vecino que era entrenador de fútbol en un equipo regional y conocía mis delirios zaragocistas. Creo que era el año 1973. Tendría yo, por tanto, 11 años. Iba a ser el estreno de Cruyff en la Romareda, pero se lesionó. Acabaron empatando a 2. Dos goles de Pablo García Castany (qué gran jugador) y dos de Marcial. Los zaraguayos estaban en su esplendor y con ellos jugaba Manolo González, el tío de nuestro nuevo entrenador, un gran central, y el gran José Luis Violeta Lajusticia, mi ídolo de infancia. Qué casta y qué portento físico.
¿Cuál es el momento de la historia del Zaragoza que más has disfrutado?
La final de copa de 1986. La vi con mi padre y creo que fue la primera vez que le vi llorar. Llevábamos demasiados años sin ganar nada.
¿Una emoción, un instante, algo mágico de tu condición de aficionado?
En estos últimos años, la envidia que sentí al entrar al estadio por primera vez con mis sobrinos y pensar que podían estar sintiendo lo mismo que yo cuando lo hice por primera vez: que ese verde era ya uno de sus paisajes favoritos, una habitación más de su casa. La Romareda está cochambrosa, pero es un estadio tan hermoso… Quizá por eso no me gusta viajar a ver al equipo en otros campos. Eso sí, quien sea, pero que la reformen de una vez.
¿Tiene algo el Zaragoza que no tengan los demás?
Que es el mejor equipo del mundo.
¿Cuáles han sido tus jugadores favoritos del Zaragoza?
De los que llegué a ver jugar te diré tres: Violeta, como ya he dicho mi ídolo de infancia; Juan Señor, al que nunca se reconoce lo suficiente que él solo sostuviera la identidad del equipo durante una época bastante larga, y Gustavo Poyet, esa imagen suya llorando como una magdalena tras ganar la Recopa es inolvidable. Luego estarían muchos otros: Santos, Arrúa, Planas, Rico, García Castany, Ocampos, Diarte, Cedrún, Beto Barbas, Rubén Sosa, Belsúe, Esnáider (qué carácter para lo bueno y para lo malo), Aguado, los Milito… y tantos más. Es tan bonito y tan grande ser zaragocista.
¿Qué es lo más raro que has hecho por el equipo?
Bufff… Hace 40 años que soy socio, así que, si hablamos de hacer por el Zaragoza, lo que para los demás son rarezas para mí entra dentro de la normalidad.
Venga: escribir algunas de estas respuestas. Ja, ja.
¿Cómo has vivido estos años en Segunda División?
Con tristeza, pero, como decía antes, también con orgullo y alegría. Se ha salvado el club y la afición ha demostrado que sigue ahí. Pocos clubes tienen tanta vitalidad teniendo en cuenta la deuda que se arrastra. Después de seis años en segunda tiene veintisiete mil abonados y mantiene un gran trabajo de cantera que está dando sus frutos. Creo, de todas formas, que la situación debería de servir de lección. El Zaragoza es casi una metáfora de lo ocurrido en el país años atrás. Hay que huir de los nuevos ricos, del dinero fácil y de la corrupción que casi lo arrasan todo. Mi deseo sería que el club consiguiera el ascenso de una vez y se establecieran las bases de un proyecto serio de largo recorrido y no exento de ambición (tipo Sevilla o Villarreal) que intentara enraizar todavía más en el tejido social de la ciudad.
¿Tienes la sensación de que este puede ser el año del ascenso?
No tengo ni idea. La segunda es una competición muy extraña, que da muchas vueltas y cualquier cosa puede ocurrir. Pero, había un par de jugadores fundamentales del año pasado que me gustaban más que sus sustitutos y creo que su marcha ha bajado el nivel de la plantilla. De todas formas, sigo teniendo la esperanza de que Alcaraz consiga enderezar la trayectoria y, al final, se pueda aspirar a todo.
¿Cuáles son los jugadores que más te gustan de esta plantilla?
Cristian, claro; Lasure (tiene algo de futbolista clásico que me gusta); la garra de Verdasca y Delmás; Igbekeme, una grata sorpresa, y Pombo, si está centrado y juega en su sitio, no como delantero centro. Los lesionados Eguaras y Guti son fundamentales, pero en buenas condiciones físicas, no como está ahora Eguaras. Luego hay apuntes que están por concretar: Aguirre, Soro, Papu… y jugadores que todavía estoy esperando que aporten lo que se suponía iban a aportar, sobre todo, Álvaro y Gual. De todas formas, sigo confiando en que terminen por cuajar como equipo y las cosas vayan mucho mejor.
¿Cómo has visto este inicio de temporada?
Se ha partido de una premisa falsa: que se trata casi del mismo equipo que el del año pasado. Eso no es así. Faltan el entrenador; Mikel González, que era quien mandaba en esa defensa aun sin estar bien físicamente, y, sobre todo, Borja Iglesias, que es insustituible en segunda. Además, no han ayudado tantas lesiones y la falta de experiencia del entrenador. Y creo que Arantegui se ha equivocado en no fichar un centrocampista que sustituyera a Eguaras mientras este se recuperaba. Un par de jugadores te cambian un equipo y no se ha acertado del todo con los sustitutos. Pero eso no significa que haya que cambiar de dirección deportiva otra vez, no volvamos a caer en ese error. Hay que seguir el camino iniciado a pesar de que habrá equivocaciones y tropiezos.
Un deseo…
Me da un poco de apuro decirlo porque hace unos años no hubiera sido un deseo, sino el enunciado de una obligación: ascender a primera, claro. Y, si no se consigue, que la afición siga ahí.