Jorge Rodríguez Gascón.
El cierre de la Segunda División va camino de alargarse hasta la eternidad. El caso Fuenlabrada interrumpió la última jornada y paralizó el inicio de los playoff. A los 28 positivos del equipo madrileño, la mayoría de ellos ya recuperados, le siguió un infectado en Zaragoza y dos más en Almería. La suspensión del Deportivo vs Fuenlabrada fue el germen de un conflicto sin precedentes, que ha dejado al fútbol español en mal lugar. El aplazamiento ha descubierto los agujeros del Pacto de Viana, ha demostrado que la lucha de egos entre los líderes de La Liga y la Federación sigue vigente y ha probado que el protocolo de seguridad está lejos de ser infalible. Al brote del equipo madrileño le ha seguido una guerra de comunicados que aleja el espectáculo del césped y lo traslada a las redes. Es allí donde el ridículo se ha hecho evidente: quizá porque las huellas de lo que se escribe en Internet quedan para siempre.
A nadie le extraña que Javier Tebas haya cometido una irregularidad, precedido por su fama de dirigente autoritario, especialmente señalado en esta ocasión por un conflicto de intereses. Con implicaciones familiares en el cuerpo administrativo del Fuenlabrada, su cargo en La Liga le impedía posicionarse en las grandes decisiones que afectan al club. Aún así, y a pesar de que en los días anteriores al viaje algunos miembros del equipo arrojaron valores alterados en los Test PCRs, decidió que el Fuenlabrada debía viajar a Coruña. Todos conocemos lo que sucedió después: en las horas que precedieron al encuentro en Riazor se anunció que había seis positivos en la plantilla. La jornada se jugó, el partido se suspendió y se desvirtuaron los valores de la competición que exige el horario unificado. Ante ese escenario, todos los equipos implicados encontraron argumentos para reclamar su agravio.
El Deportivo de la Coruña, descendido a Segunda B, pide la suspensión de Javier Tebas, el descenso administrativo del Fuenlabrada y su salvación en los despachos. El Elche demanda su inclusión en las eliminatorias de promoción y la sanción del equipo madrileño por incomparecencia. El Numancia, también descendido, propuso una liga de 24 para evitar su descenso. El Rayo Vallecano solicitó la invalidación de la última jornada y que se ampliara el cupo del playoff a seis equipos. Extremadura y Racing de Santander, descendidos antes de la última fecha, piden que se anulen los descensos de categoría y una liga de 26 equipos para la temporada que viene.
En los últimos días, el comité de competición decidió que el partido aplazado debía jugarse. Poco después se filtró un audio del capitán del Deportivo, Alex Bergantiños, que ha sido objeto de estudio en la Fiscalía. Bergantiños, portavoz de la plantilla y representante del orgullo coruño, sugirió un “paripé” o una sentada para acabar la temporada, a la espera de una sentencia favorable de competición. La actuación del Deportivo demuestra su decadencia en los últimos tiempos y también los laberintos que propone el fútbol. Hace un año estuvieron a 90 minutos del ascenso a Primera División. Ahora, sus derrotas en el campo le han llevado a Segunda División B y sueña con el perdón de los despachos.
El Real Zaragoza entra en escena
El Real Zaragoza consiguió en la última jornada una victoria estratégica ante la Ponferradina. Aquel partido fue definido por Víctor Fernández como un trámite. Y curiosamente, si el fútbol se suspendiera hasta la temporada que viene, sería el triunfo más importante de los últimos años. Colocado en tercera posición, el Zaragoza eligió el silencio ante el avance de los casos del Fuenlabrada.
El paso de los días no jugó a favor del club aragonés. El Watford anunció que se acababa el plazo de cesión de Luis Suárez, el mejor futbolista de la temporada. El Zaragoza había extendido la vinculación del colombiano hasta el 5 de agosto, la fecha prevista para el cierre de la temporada. El presidente Christian Lapetra argumentó que el segundo parón de la campaña y la falta de previsión de La Liga era un “atentado contra la integridad de la competición”. Según Lapetra la ausencia de Suárez adulteraba “el principio de igualdad” que debe ser básico en cualquier torneo. El presidente se reservó la opción de emprender la acción legal que fuera necesaria para defender los intereses zaragocistas.
La negativa final del Watford obligó a que Suárez se despidiera antes de tiempo. El delantero consideró que su situación era “una vergüenza”, un error de planificación de los dirigentes de La Liga, y que no le dejaban “terminar lo que había empezado”. El club trasladó la intención de impugnar la competición y propuso tres soluciones distintas en las que el denominador común era que el Zaragoza debía subir a todos los efectos, como tercer clasificado. Ayer se sumó Alberto Zapater, acompañado por el resto de los capitanes en una escenografía inquietante. El capitán dejó ante los micrófonos un discurso claro y medido: “Resulta insoportable la improvisación en la que vivimos, la falta de organización y la negligencia de quienes gobiernan nuestro fútbol (…) Estamos de acuerdo con la petición del Club de solicitar la finalización de la competición (…) Se va a jugar un playoff adulterado que condiciona también la planificación de la próxima temporada”.
La respuesta de La Liga no se ha hecho esperar, desestimando todas las peticiones de un Zaragoza que tiene motivos fundados para sentirse maltratado. El fútbol se reanudó contra viento y marea cuando el equipo aragonés estaba segundo en un sistema de competición que le perjudicaba especialmente. Perdió el ascenso directo en el campo, por méritos propios, víctima de una de las mayores debacles que se recuerdan. Pero alcanzó el tercer puesto contra todo pronóstico antes de un nuevo parón. En la promoción parte con una desventaja fundamental, lejos del amparo de las esferas más importantes y de sus mandatarios.
En este enredo, todos los implicados han dejado algo que desear. La gestión poco ejemplar de Tebas no es ninguna novedad; falta acuerdo entre las partes, consenso entre los clubes y un punto de empatía hacia los enfermos. La Liga se ha esforzado en imponer su eslogan de Volver es Ganar contra todos los elementos, como si pudiera vivir en un plano diferente al resto de la sociedad. Sin reparar en que se enfrenta al mismo enemigo invisible que todo el mundo.
Al Zaragoza le amparan razones jurídicas y clasificatorias, pero si falla el derecho convendría presentar batalla en el campo, no llegar a los playoff con el ánimo vencido. Sobre todo, porque nunca se sabe cuál será el próximo giro de guión en esta historia interminable.