Jorge Rodríguez Gascón.
El Zaragoza ha conseguido remontar sus dos últimos partidos. En el primero, logró dar la vuelta al gol inicial de Fali y vencer en el campo del colista. En el segundo, empató un partido que parecía perdido, ante el Mallorca, uno de los equipos más sólidos del campeonato. La conclusión más firme de estos resultados es que el Zaragoza posee capacidad de respuesta. De esa virtud se desprenden también algunos defectos. En una competición en la que es tan difícil sacar ventajas, el Zaragoza ha permitido que sus rivales se adelantaran con demasiada facilidad. Sus lagunas en los minutos iniciales, extensibles también a las jugadas de estrategia, le han castigado en los partidos y en la clasificación. El Zaragoza ha encajado el 55% de los goles en los primeros 25 minutos de juego (10 de 18). Esa desventaja inicial ha condicionado su plan de partido, hasta el punto de que los encuentros que juega el Zaragoza tienen siempre aspecto de final anticipada. Como si el equipo de Lucas Alcaraz tuviese que recurrir al plan de emergencia antes de tiempo.
A Lucas Alcaraz le precede su fama de técnico conservador. En todos sus equipos supo construir un sistema defensivo fiable, capaz de rentabilizar sus ocasiones y de minimizar los despistes. En Zaragoza se ha encontrado con un entorno diferente. En una plantilla sin demasiados defensas de garantías, Alcaraz se ha refugiado en un sistema que ya conoce. Tres centrales y dos carrileros largos, con la variedad de que algunos de los jugadores que ocupan esas posiciones son novedades en el once y también en la demarcación. A falta de calidad, Alcaraz decide defender por cantidad. De momento los resultados son paradójicos. El sistema le ha proporcionado al Zaragoza mayor profundidad por los costados, más recursos en ataque y más soluciones ante el cerrojo del rival. En defensa, sin embargo, el equipo parece ser tan vulnerable como siempre.
Los dos goles de Lago Junior sirven como ejemplo. En el primer tanto del extremo del Mallorca, ocho jugadores del Zaragoza estaban dentro de su área. Ninguno pudo evitar un remate en el área pequeña. En el segundo tanto, Lasure no pudo interrumpir el centro de Ariday. El balón pasó por delante de Nieto, Verdasca, Peroné y Cristian Álvarez. Delmás perdió la marca de Lago Junior y el costamarfileño volvió a rematar a placer. En esos dos goles se reflejan los defectos de un equipo propenso a los fallos de concentración, que sufre en los centros laterales y al que le falta contundencia en los balones divididos. La acumulación de defensas sigue sin ser una garantía de éxito defensivo. La paradoja del sistema se amplía si se observa que los defensores que mejor han rendido en los últimos partidos, Delmás y Nieto, lo han hecho en posiciones que no son las suyas. Nieto ha mostrado que es capaz de adaptarse al centro de la zaga. Los mejores minutos del Zaragoza llegaron en el segundo tiempo, con Delmás como tercer central, en la derecha, y Alberto Benito en el carril.
El fútbol desinhibido de Benito en el lateral y la entrada de Igbekeme y Gual permitió recuperar un resultado que parecía inalcanzable. El Zaragoza mereció la victoria en los minutos finales. No venció porque la figura de Parera se agigantó en el último tramo, especialmente en los disparos de Benito y de Pombo. El partido se le hizo corto al Zaragoza, una circunstancia que ha cambiado en los últimos tiempos.
Tras la victoria ante el Nàstic, Lucas Alcaraz dejó una advertencia: “Cuando nos veamos en otra situación parecida, tenemos que saber que todo se puede revertir”. El técnico granadino no esperaba que el equipo tuviera que mostrar su capacidad de reacción tan pronto. Tras el partido ante el Mallorca, era sencillo hacerse una pregunta: ¿Por qué el Zaragoza parece mejor equipo cuando todo está perdido, mucho mejor que cuando todo está por ganar? El éxito de Alcaraz en la Romareda pasa por encontrar una respuesta a esa pregunta, por convertir a un equipo débil en uno sólido y constante, en la puesta en escena y en los minutos de descuento.
En la temporada y en los partidos, nos hemos encontrado con un poderoso adversario: el Zaragoza juega también contra el reloj.