Ismael Grasa (Huesca, 1968) es narrador, ensayista y profesor de filosofía en el colegio Liceo Europa. Ha publicado más de una docena de libros, en los que combina el relato corto, la novela, los manuales de urbanidad y el estudio filosófico. Ismael Grasa es un aficionado atípico: descubrió el fútbol tarde, no le gusta recitar alineaciones y trata de encontrar un punto de sensatez a un deporte que no siempre lo tiene. La Romareda es para él un espacio de encuentro con sus amigos, un lugar en el que le contagiaron una afición que no tuvo en su infancia. Por eso, no suele fallar a su cita con el Real Zaragoza. Nació en Huesca, estudió filosofía en Pamplona y en Madrid pero ha hecho de Zaragoza su ciudad.
¿Cómo definirías tu afición por el Zaragoza? ¿Qué significa el equipo para ti?
La Romareda es para mí un lugar en el que disfruto del enfrentamiento reglado que es el partido y donde gozo de la compañía de mis amigos. Yo no he sido de ningún equipo cuando era niño, ni siquiera me gustaba el fútbol. Lo mío con el Zaragoza es una cosa completamente adulta.
¿Cuál es tu primer recuerdo en la Romareda?
Mi primer recuerdo es junto a mi amigo el escritor Félix Romeo. Creo que su muerte me unió para siempre al equipo.
¿Cuál es el momento de la historia del Zaragoza que más has disfrutado?
No son necesariamente las victorias lo que más me hace disfrutar. Me gusta el hecho de ir paseando al estadio, juntarme con mi amigo Fernando y su hijo Jorge, que es con quienes ahora me siento. Yo descanso mucho en el fútbol, esa cosa tan británica.
¿Una emoción, un instante, algo mágico de tu condición de aficionado?
Me gustó mucho conocer y haber tenido trato con el exjugador José Luis Violeta. Es un hombre amable, vital, inquieto. Y haber ido al campo con José Antonio Labordeta. No era tan aficionado como su hermano Miguel, el poeta, pero se sacó el abono.
Ismael Grasa junto a José Luis Violeta.
¿Tiene algo el Zaragoza que no tengan los demás, o que te lo parezca?
Creo que su afición. Esa gente que sale de casa y va al campo y luego vuelve a casa es algo más grande y sólido que, en cierto modo, lo que a veces uno encuentra dentro del propio campo. Me parece una afición muy desacomplejada y universal. Lo que me molesta es que se juegue en horarios nocturnos, pensando en la audiencia de la televisión. Eso desnaturaliza las cosas.
¿Cuáles han sido tus jugadores favoritos del Zaragoza?
Me vienen a la cabeza los americanos. Los argentinos Milito, con la facilidad de Diego para el gol. En la banda derecha, a ratos, el uruguayo Diogo, y en la izquierda, el brasileño Sávio.
¿Qué es lo más raro que has hecho por el equipo?
Ver en Xi’an, China, la final de la Recopa a través un canal ruso, sintonizado por medio de una antena oxidada que no debía de pesar menos que un coche.
¿Cómo has vivido estos años en Segunda División?
Con algo de lástima por los niños que me rodean en la grada, y por ver que durante bastante tiempo las cosas no se han hecho bien entre los directivos y responsables.
¿Tienes la sensación de que este puede ser el año del ascenso?
Creo que hemos aprendido unas cuantas cosas, y que somos mejores ahora.
¿Cuáles son los jugadores que más te gustan de esta plantilla?
Lo que me gusta es que hay una presencia notable de jugadores canteranos, y que hay una continuidad y cierto fondo. Que se acabe esa cosa de bazar que ha tenido el equipo.
Un deseo…
Que vivamos en libertad y seamos felices. No entiendo que el zaragocismo sea otra cosa.
Foto1: Heraldo.es.
Jorge Rodríguez Gascón.